Vivir la montaña en su propio corazón ofrece una serie de sentimientos y emociones que sólo se pueden sentir en su entorno. La montaña es disfrutar del aire libre durante el día, y saborear las horas del recogimiento al anochecer, junto al crepitar del fuego, cuando el silencio lo convierte en melodía. Nosotros, los propietarios de estás casas así lo sentimos y sucumbimos al hechizo de estos cerros.
Decidimos vivir a pleno rendimiento la incomparable relación que se puede fraguar entre el hombre y la naturaleza en su estado más puro. Para ello construimos estas pequeñas viviendas sobre la cumbre de estos cerros y las acondicionamos para poder disfrutar de vivencias tan sencillas como dormir toda la noche de un tirón, oír el crujir de la madera, contemplar la tímida luz de una vela, mantener largas conversaciones sin fin… el lugar nos pareció perfecto para olvidar que existe otro mundo al que pertenecen el ruido, las obligaciones y las prisas.
Desde esta confortable base se puede contemplar uno de los valles más románticos de Córdoba, el valle de Calamuchita, admirar la cumbre del Champaqui, observar la Quebrada del Condorito (parque nacional), los picos de Los Gigantes y los arroyos y ríos que confluyen en el Lago Los Molinos.